jueves, 13 de marzo de 2008

El deseo es aliento de vida pero también causa de nuestro sufrimiento

Artículo de Fernando Franco publicado en El Faro de Vigo, el jueves 13 de marzo.

Nuestro anhelo de felicidad se manifiesta en forma de deseo. Somos seres anhelantes y el deseo es la energía de la vida, la fuerza, el aliento manifestándose en nosotros. Ahora bien, cuando no sabemos qué función cumple y nos dejamos arrastrar por su fuerza, éste se convierte en nuestra principal causa de dolor y sufrimiento".

Estas fueron algunas de las ideas expuestas ayer por el maestro zen Dokushô Villalba en el Club FARO. Ante un público que llenaba la sala y siguió su charla expectante hasta su último momento, habló este español educado en monasterios orientales y europeos sobre las "Claves zen para comprender y sanar el malestar existencial". Presentado por Saúl Estévez, responsable del Centro Zen de Vigo, el anhelo de felicidad fue el punto de partida de una charla centrada en el aquí y ahora en la que no omitió críticas de raíz al actual sistema económico neoliberal.
"Vivimos -dijo- con un malestar existencial definido por una sensación de carencia en medio de la opulencia. Queremos llenar un vacío y lo hacemos invirtiendo ese deseo sobre personas, objetos... y acabamos convirtiéndonos en zombis que van tras la satisfacción de deseos sucesivos, hasta el punto de que se convierten en fuego destructor que acaba con nosotros. Un deseo incontrolado, caótico, no domado que da lugar a un modo de vivir, a una ética, a una moral generada por unas políticas económicas y sociales que van contra el ser humano".

Para este monje zen se está reforzando el neoliberalismo, el materialismo, una nueva religión universal que tiene como dios al dinero y como principales ritos de salvación la producción y el consumo. "¿Qué es lo que mueve a nuestra sociedad actual? -se preguntó-. Podrían decirme ustedes, por ejemplo, que el petróleo pero, si vamos a la raíz de las cosas, podemos decir que el deseo es la energía de que se alimenta el actual sistema de vida. La producción y el consumo exagerado, desorbitado, brutal e inútil sólo puede existir si hay muchos humanos que desean los objetos que genera. Y, en cualquier caso, si no lo desea para eso está la publicidad".

Para el maestro zen Dokushô, fundador de la Comunidad Budista Soto Zen española y del templo Zen Luz Serena, la publicidad es una adicción sin salida, una trampa que produce frustración colectiva. "Aunque compráramos todo lo que sugiere -explicó- no hallaríamos felicidad, porque ésta depende de nuestro propio estado emocional interno. Sin darnos cuenta nos hemos hecho miembros de una nueva religión según la cual para ser feliz hay que producir y consumir, como si fuéramos expulsados de un nuevo paraíso si no lo hiciéramos. ¿Para qué ese mito de crear más riqueza si, a la postre, sabemos que se concentra en una parte de la sociedad condenando a la otra al hambre o a la muerte en una relación de directa dependencia y poniendo las bases para lo que llaman la sexta extinción de especies a causa de la degradación ecológica que produce?".
El autor explicó que el malestar que el ser humano experimenta en nuestros días procede de "diferentes niveles existenciales", pero en el nivel "más común" proviene de que el individuo "se ha separado de la naturaleza como organismo biológico y espiritual". "Las relaciones vitales que nos unen con otros seres vivos son fundamentales, una cultura separada de la naturaleza es imposible", aseveró.

Dokushô recurrió a un proverbio español con el que dijo que se identificaba el zen: "No es más feliz quien más tiene sino quien menos desea". Y recomendó la meditación como una técnica clave "porque consiste en sentarse y sentirse, pararse y entrar en contacto con el ser real que somos dejando de correr tras una zanahoria que nos mantiene esclavizados. Nos pasamos el 50 por ciento de nuestro tiempo detrás de lo que deseamos y el otro 50 corriendo delante de aquello que tememos, como la muerte".

Hay un dolor existencial que es evitable.

Hablando del zen y respondiendo a si era una religión, comentó Dokushô que "depende de lo que se entienda por religión. Cuando se habla de religión en España se entiende religión católica, un cuerpo dogmático, una jerarquía eclesiástica en que se tiene fe. Pero el término religión es mucho más amplio, la palabra proviene del término latino religare, que significa religar, volver a unir, entendiendo el zen así la experiencia de la unidad, la esencia de toda espiritualidad, el individuo unido a la totalidad".

El maestro zen empezaría su charla hablando de la felicidad como anhelo común pero también del dolor como compañero del ser humano desde que nace, aunque él se refería al mismo en el sentido de malestar, inquietud, insatisfacción... "Aunque tuviéramos una vida fácil y transcurriera sin grandes problemas -dijo- tarde o temprano aparece la vejez, la pérdida de facultades y la muerte, que es lo único seguro que tenemos. Que se nos escape la vida, la lozanía de la juventud, y la consciencia de nuetra propia muerte causa un dolor existencial. Esto debemos aceptarlo y reconocerlo pero hay una gran parte de este malestar que es innecesario y evitable. Buda enseñó que tiene raíz en la ignorancia, que en el budismo se refiere a un estado mental empañado, turbio, opaco".

Según Dokushô esta ignorancia se manfiesta en nuestra vida como un fallo en el proceso cognitivo, un modo erróneo de percibir la naturaleza de la realidad. Y cuando esto pasa desarrollamos comportamientos inadecuados.

Y habló también de la ignorancia respecto a la imagen que uno tiene de sí mismo: "Cuando decimos `yo´ ¿a qué nos estamos refiriendo? El yo que nos separa de los demás es una alienación, una percepción errónea que acaba produciéndonos dolor porque rompe nuestra unidad con el todo".

Fuente: http://www.farodevigo.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2008031300_8_207692__SociedadyCultura-Dokush-deseo-aliento-vida-pero-tambien-causa-nuestro-sufrimiento

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