miércoles, 31 de marzo de 2010

Ritmos budistas llegan a Orive con el coro Samaya










El coro Samaya, ayer, durante su actuación en la sala Orive.
Foto: TONI BLANCO




ES EL PRIMER CONCIERTO DEL GRUPO FUERA DEL MONASTERIO DE LUZ SERENA.

La formación también recita en su actuación poemas de la tradición japonesa.

Los ritmos orientales llegaron ayer a la sala Orive de la mano del coro Samaya de los monjes budistas del Monasterio de Luz Serena de Valencia. El espectáculo, que se incluye dentro del ciclo Pasión poética de Oriente de Cosmopoética, contó con cinco de los componentes de esta formación, que dirige el maestro zen Dokush´ Villalba, y que actuó por primera vez fuera de las puertas del monasterio valenciano.
"Es el debut absoluto del coro. Llevamos más de un año ensayando para ofrecerlo al público. Aunque, lo que recitamos es lo que se suele hacer cada día en nuestro monasterio", explicó el maestro Villalba.
Así, el coro Samaya recitó sutras clásicos de la tradición soto zen acompañados por instrumentos de percusión, campanas y didgeridoo (instrumento de viento) y poemas sanshodoei del maestro D´gen que recordaron, en algunos matices, al flamenco.
Además, la formación valenciana, que llenó el recinto cordobés, incluyó en su actuación algunos poemas de la tradición zen japonesa.
El maestro budista comentó que para "nosotros es un reto, porque no sabemos cómo pueden reaccionar los asistentes" y agregó que "creo que es una gran oportunidad para compartir nuestras tradiciones".
Por otro lado, el coro Samaya prepara un disco que fusionará los textos sagrados que contienen las enseñanzas de Buda con algunos de los palos más característicos del cante jondo. En el proyecto, que saldrá al mercado antes de finalizar este año, se ha involucrado el cantaor sevillano Tomás de Perrate.

Fuente: http://www.diariocordoba.com/noticias/noticia.asp?pkid=550076

sábado, 27 de marzo de 2010

Cantos Zen en Córdoba


El martes 30 marzo el grupo SAMAYA 
formado por monjes y laicos de la Comunidad Budista Soto Zen 
hará su debut en Córdoba, 
dentro del ciclo COSMOPOETICA 
organizado por el Ayuntamiento de Córdoba,  entre otras instituciones.
Los Cantos Zen interpretados por el grupo SAMAYA tendrán lugar 
en el Palacio de Orive, 
Sala Orive, 
Plaza de Orive, nº 2.
Córdoba
Hora: 20.30
Entrada libre hasta completar aforo.
Más información:
Tel. 957 485 001.
Fax 957 497 888.

jueves, 25 de marzo de 2010

DOKUSHO VILLALBA EN MADRID


 
Retiro de introducción a la meditación zen
Casa de retiro Los Castaños
Cercedilla
Madrid
Del 16 al 18 de Abril 2010
 
Organiza
Centro Nagual

Nagual presenta

Un retiro de introducción a la meditación Zen con el maestro español Dokushô Villalba Roshi, probablemente la mayor y mejor referencia del Zen en nuestro país y reconocido internacionalmente.
Un retiro de tres días de duración en la casa de retiro Los Castaños, en el pueblo madrileño de Cercedilla.
Prácticas de meditación, enseñanzas del maestro Dokushô y una convivencia especial para adquirir y practicar el mayor sistema de liberación humano; la meditación.

EL MAESTRO


 


 

Dokushô Villalba, (Utrera, 1956) es maestro budista zen, discípulo del Muy Venerable Taisen Deshimaru Roshi, de quien recibió la ordenación de monje soto zen en 1978 en París y bajo cuya dirección estudió el Zen hasta su fallecimiento, y del Muy Venerable Shuyu Narita Roshi, abad del Templo Todenji, en la norteña provincia de Akita, Japón, de quien en 1987 recibió la Transmisión del Dharma, convirtiéndose así en el primer maestro Soto Zen español de la historia.

RETIROS DE MEDITACION ZEN

Los retiros de meditación zen en grupo ofrecen la oportunidad de un encuentro íntimo consigo mismo, en una atmósfera de silencio, introspección y respeto. La armonía del grupo y la simplicidad de la vida cotidiana convierten a los retiros en una excelente medicina para la mente y el corazón.
Además, el contacto con el medio natural desintoxica el espíritu y lo libera de la sobrecarga de estímulos y tensión de la vida urbana. La mayoría de los que experimentan por primera vez un retiro zen hablan de un antes y un después, ya que la experiencia da una nueva y más amplia perspectiva de sí mismo y de la existencia.
Estas jornadas de fin de semana permiten un acercamiento suave y gradual a la práctica de la meditación para aquellos que se inician. Son una excelente forma de tomar contacto con la Vía del Zen.
 En estas jornadas de introducción, el maestro Dokushô Villalba impartirá enseñanzas y dirigirá las sesiones de zazen. Estará acompañado por algunos instructores de la Comunidad Budista Soto Zen y por monjes del templo Luz Serena.

EQUIPO NECESARIO:


- Cojín de meditación (zafu).
- Ropa amplia de cualquier color (evitar tonos vivos o prendas con diseños publicitarios) para zazen.
- Sandalias fáciles de quitar/poner.
- Útiles de aseo.
- Calcetines blancos para entrar en la sala de meditación.

PRECIO Y RESERVAS:

El precio del retiro de 3 días es de 275€ incluyendo alojamiento y pensión completa.
Para reservar plaza para el retiro es necesario hacer un adelanto d 50 €, que se descontarán del precio final.
Pueden hacer el ingreso por una transferencia a nuestra cuenta de triodos bank 1491 0001 25 0010010122 a nombre de Nagual C.B., especificando en el concepto el nombre y un teléfono de contacto.
El importe de la reserva no se devolverá en caso de no asistir.
info@centronagual.es
912990864
 
CASA DE RETIRO LOS CASTAÑOS

Casa rural construida en 1892 con una arquitectura típica de la construcción del ferrocarril y la típica de montaña, donde se combinaba la piedra y la madera, los ornamentos y la simbología con un sentido esotérico de la época.

Rehabilitada en el 2002 para los fines de "casa rural" y de salud, consta de 4 habitaciones con baño, 5 con lavabo (2 habitaciones triples, 5 dobles y 2 individuales, además de una sala grupal), que da opciones a modo de hotel y de casa rural o albergue.
Los árboles autóctonos que embellecen este espacio son centenarios, así los castaños, tilos, robles, olmos, abetos, saucos, ... las encinas, hayas y coníferas entre otros; si contamos con la flora espontánea como la angélica, el diente de león, la fumaria, la melisa y otras que son producto de observación y de investigación, de un bosque botánico, dándonos una visión de qué espacio estamos hablando porque hablar de los animales, que permanecen (sin contar con los que transitan) en sólo este espacio,como de las ardillas, los caballos, ovejas y demás animales domésticos
Para estos fines también se han acondicionado un espacio para masajes y relajación, sala biblioteca y dos comedores con chimeneas, consultorio médico, sauna y jacuzzi (esto último en la última etapa de reconstrucción). Al aire libre están los dos porches protegidos, una terraza de verano y un solárium que completan, hasta ahora, la edificación apropiada para las prestaciones de restauración, tetería, masajes y trabajo de grupo.

En los alrededores, finca de casi dos hectáreas, se mantienen dos piscinas (adultos y niños), una cancha de tenis, manantial, espacios para animales domésticos, la casa de guardeses, garaje y dos porches.

CÓMO LLEGAR

En coche.
 
Existen dos rutas para llegar desde Madrid: 

Por la N-VI (autovía de La Coruña), tomar la salida del km. 47 hasta Guadarrama. Una vez allí girar a la izda. hacia el Pto. Leones y se encontrará la carretera M-622 desvío Los Molinos y Cercedilla.
 
Dirigirse por la N-I hacia Colmenar, por la carretera M-607, hasta el km. 45, allí en dirección a Navacerrada, para luego continuar a Cercedilla.


En autobús
 
La empresa LARREA S.A. tiene línea de autobuses Madrid-Cercedilla (ambos   sentidos). La duración del trayecto es de unos 55 minutos aproximadamente.
 
Lugar de salida/llegada en Madrid: Intercambiador de Moncloa, puesto 15.
Lugar de salida/llegada en Cercedilla: Avda.. Sierra del Guadarrama.2. En la Plaza Mayor
 
En tren
 
La línea de Cercanías C-8b llega hasta Cercedilla.






ZEN
ZENTARSE, ZENTIRSE

miércoles, 24 de marzo de 2010

SER TIEMPO


  

Nuestro ser, el ser de cada uno de nosotros, es “un ser en el tiempo”, según Heidegger. Para el maestro zen Dogen Zenji (1200-1254) “el ser es tiempo”. Para mí ambas afirmaciones son ciertas. Cada una de ellas enfoca un aspecto diferente del ser en su relación con el tiempo. 

Ser en el tiempo” quiere decir que no podemos concebir nuestra existencia -tal y como sentimos que nuestra existencia es ahora- “fuera” o “diferenciada” del tiempo. No obstante, aunque esto sea así, nuestra subjetividad ha llegado a imaginar, contra toda evidencia, un ser independiente del tiempo. Creemos que el tiempo es algo que le “ocurre” a nuestro ser, algo que le es “externo”, algo que incluso nuestro ser puede poseer o no poseer (¡Tengo tiempo! o ¡No tengo tiempo!). Heidegger trató de despertarnos de esta falsa percepción subjetiva afirmando que ser es “ser en el tiempo”. Dogen Zenji, siete siglos antes, fue más allá al afirmar, no que “el ser es  en el tiempo” sino que el “ser es tiempo”. De esta manera, la visión de Dogen Zenji superó la dualidad ser/tiempo. Ser es tiempo y tiempo es ser. Ser y tiempo son indisociables, las dos caras de una misma moneda. Dogen Zenji acuñó incluso un nuevo término en japonés para designar esa percepción revolucionaria: uji, ser-tiempo.
Clarificar la naturaleza y la experiencia subjetiva del tiempo es clarificar la naturaleza y la experiencia de nuestro ser. A la inversa, cuando clarificamos la naturaleza y la experiencia de nuestro ser clarificamos al mismo tiempo la naturaleza y la experiencia subjetiva del tiempo que somos y en el que somos.
Todo esto para decir que la manera en la que nos percibimos a nosotros mismos está íntimamente ligada a  la manera de percibir el tiempo.
¿Cómo percibe el ser humano post-moderno la experiencia del tiempo, de su tiempo? ¿De qué manera esta percepción particular del tiempo le está condicionando la percepción de su propio ser? ¿Podemos transformar nuestra percepción del tiempo? ¿Podemos transformar la percepción que tenemos de nosotros mismos?

El tiempo y los tiempos.

Hablamos del tiempo, así, en singular, como si hubiera un solo tiempo idéntico para todos los seres. En realidad, hay tantos tiempos como seres. Cada ser tiene su propia percepción del tiempo, o mejor dicho, sus propias percepciones, ya que un mismo ser tiene muchas y variadas percepciones del tiempo a lo largo de su existencia. No tenemos la misma percepción del tiempo cuando estamos dormidos que cuando estamos despiertos. Si estamos esperando una llamada telefónica importante, nuestra percepción del paso del tiempo es diferente a la que tenemos cuando estamos relajadamente tumbados durante una siesta de verano. Dicho con precisión, cada instante, instante tras instante, percibimos el tiempo de distinta manera: a veces rápido, a veces lento, a veces eterno, a veces fugaz.
Estas distintas maneras de percibir el tiempo no son más que distintas maneras de percibirnos a nosotros mismos. Las distintas maneras de percibir el tiempo son distintas maneras de ser. Esto quiere decir que no somos «un ser» monolítico  y siempre idéntico a sí mismo, instante tras instante. Somos un ser que es «siendo». Somos un «siendo». Ahora yo no soy un ser, soy un siendo. Esto es, soy un proceso, es decir, una concatenación de estados o diferentes maneras de sentirme a mí mismo. Soy un siendo que puede llegar a tener conciencia de lo que está siendo a través de las percepciones mediante las cuales trato de autoconocerme.

Tiempo cíclico y tiempo lineal.


Las distintas culturas del planeta conciben el tiempo de dos formas básicas: cíclica y lineal.
Por lo general, las culturas antiguas, de las que somos herederos, y las cultural llamadas primitivas tienen una concepción cíclica del tiempo. Esto les vino dado seguramente por la observación del mundo natural. En efecto, en el mundo natural observable todos los acontecimientos tienen lugar dentro de un ciclo. Por ejemplo, la Tierra tarda un año en dar la vuelta al Sol y un día en girar sobre sí misma. Esta es la causa de la existencia del ciclo de las estaciones y del ciclo del día y la noche. El Sol «sale» cada día y con él la vida cotidiana comienza de nuevo. Tras el invierno llega la primavera y con ella un nuevo ciclo anual, esencialmente idéntico al anterior. Hablamos también del ciclo del agua. Las nieves de las altas montañas se licúan en primavera formando torrentes y arroyos. Estos convergen en río de mayor caudal. Estos desembocan en el mar o en el océano. A su vez, por efecto del calor, el agua de los océanos se evapora convirtiéndose en nubes, las cuales, impulsadas por el viento y detenidas por las altas montañas, se transforman en lluvia o en nieve. Y el ciclo vuelve a comenzar.
Las migraciones de ciertas especies animales obedecen también a un ritmo cíclico, así como la floración, maduración, cosecha y deterioro de muchas especies vegetales. La vida del agricultor, del cazador, del recolector sigue un movimiento cíclico. De aquí la expresión: «No hay nada nuevo bajo el Sol». Esta percepción del tiempo está muy arraigada en las culturas agrícolas, cazadoras y recolectoras. De alguna manera, su supervivencia depende de la sincronización de la actividad humana con los ciclos de la Naturaleza.
Podríamos decir que esta percepción del tiempo imprime un carácter «conservador» a la cultura, a los individuos y al sistema social en los que impera. La función de cada nueva generación humana no es, desde este punto de vista, otra que la de repetir las pautas de comportamiento, los hábitos y los valores de la generación anterior. Las culturas que se viven dentro de un tiempo cíclico son conservadoras y tradicionalistas.  Una vez que encuentran un buen encaje entre la actividad humana y los ciclos de la Naturaleza, las nuevas generaciones no tienen más que seguir la tradición de sus antecesores. La misma supervivencia del sistema social depende de que se siga o no la tradición.
Esta percepción del tiempo aporta seguridad psicológica y emocional a los individuos. Los comportamientos están muy definidos. No tienes que hacer más que lo que han hecho tus antepasados. La transmisión de las pautas, hábitos y valores de una generación a otra queda así muy asegurada. En este tipo de culturas no suelen darse problemas intergeneracionales. Los valores de los hijos suelen ser los mismos que los de los padres. Los hijos viven en el mismo mundo que los padres por lo cual se da una comunicación fluida entre unos y otros. El sentido de la vida, en esta percepción, no es otro que el de hacer lo que tus padres (y los padres de tus padres) han hecho.
Estas culturas perciben el paso del tiempo con una gran lentitud. De hecho, se podría decir que el tiempo casi no pasa, ya que cada fase del ciclo actual es una repetición de la misma fase del ciclo anterior, esencialmente idéntico.
Cualquiera que haya salido de los límites culturales de los países llamados desarrollados o en vía de desarrollo ha podido percibir la lentitud con la que el tiempo pasa en las culturas ajenas a la zona de influencia americano-europea.
Esta forma de percibir el tiempo y de percibirse en el tiempo da generalmente lugar a una actitud fatalista ante la vida. Esta actitud es la que expresa el dicho: «Todo está escrito». Es decir, el guión de los acontecimientos está determinantemente marcado por las características del tiempo cíclico. Ante esta mecánica implacable, el ser humano no tiene más que obedecer, adaptarse y cumplir la función marcada objetivamente por el ciclo.
Esta percepción del tiempo como un círculo que continuamente se cierra sobre sí mismo sigue imperando en muchas culturas planetarias. En Europa dominó durante muchos siglos. Hasta que sobrevino el Racionalismo, la Revolución Industrial y sobre todo Darwin.
La teoría de la evolución de Darwin supuso una profunda transformación en la percepción del tiempo de los europeos. Frente al tiempo circular que se cierra continuamente sobre mismo, surgió la percepción del tiempo lineal, es decir, el tiempo como una flecha: con un origen y con una dirección.  Esta última percepción del tiempo es heredera directa de la teoría de la evolución de Darwin. En efecto, lo que en esencial vino a decirnos la teoría de la evolución es que las especies
vegetales y animales, las formas vivientes, no han sido siempre como son ahora. No fueron creadas tal y como nosotros las vemos ahora. Sino que son (somos) el fruto de un largo proceso de evolución, es decir, de transformación. Desde este punto de vista, la vida no es una mera repetición cíclica de formas y fases anteriores sino una continua transformación, una evolución. De pronto, el tiempo se liberó del círculo y se convirtió en una flecha, generando un abismo entre el antes y el después.
Esta percepción  del tiempo es la que mayormente sigue imperando en las modernas sociedades tecnológicas post-modernas.
En la antigüedad, el tiempo cíclico era considerado sagrado. Su medición e interpretación correspondía a los sacerdotes, chamanes, astrólogos. Ellos eran los encargados de marcar el comienzo y el final de las distintas fases cíclicas.
Actualmente, con el advenimiento del tiempo lineal, el tiempo ha perdido su carácter sagrado. La percepción del tiempo se ha secularizado, aunque sólo aparentemente. El tiempo secular también ha erigido su tótem. Se le llama Progreso. Y sus sacerdotes son los políticos, tecnócratas, científicos y diseñadores sociales que teóricamente están conduciendo a la Humanidad hacia el sacrosanto Progreso.

A decir verdad, la percepción lineal del tiempo no ha sustituido completamente la percepción cíclica en las mentes de los individuos de las sociedades post-modernas. Ambas percepciones subsisten aún hoy día, generando una intensa contradicción en el alma de los individuos. Superficialmente es cierto que domina la percepción del tiempo lineal. La prueba es que la mayoría de las sociedades modernas se hayan embarcadas en una carrera veloz hacia el Progreso. Pero, en el interior de estas mismas sociedades e individuos, subsiste aún con fuerza la percepción del tiempo circular y, de hecho, podemos observar una fuerte resistencia tanto en las sociedades como en los individuos a abandonar completamente la percepción cíclica del tiempo.

La percepción del tiempo como una línea direccional presenta grandes ventajas con respecto a la percepción del tiempo como un círculo, pero también encierra grandes inconvenientes.
Entre las ventajas podríamos señalar el énfasis en la libertad, responsabilidad, originalidad y creatividad del individuo. En efecto, si la función del individuo deja de ser la de mero repetidor de las costumbres y hábitos heredados, se hace evidente que su libertad de acción se expande y, con ella, su responsabilidad individual. Si el individuo ya no tiene porqué repetir el camino tradicional, se ve confrontado a crear su propia vida a partir de su originalidad individual. No es de extrañar pues que el advenimiento de la percepción lineal del tiempo estimulara la aparición del individualismo moderno.

Otra ventaja, asociada con la anterior, es la liberación del pasado que supone la percepción lineal del tiempo. Desde este punto de vista, no es imprescindible repetir el pasado. Por lo cual el individuo libera su potencial creativo y lo proyecta hacia el futuro. Esto ha hecho que nuestras sociedades modernas se hayan vuelto enormemente dinámicas, como manifestación del dinamismo generado en las mentes individuales por esta liberación del determinismo asociado a la percepción circular del tiempo. Dicho en otras palabras, el futuro ya no tiene porqué ser idéntico al pasado. Por lo tanto, podemos crearlo.

Pero simultáneamente a estas ventajas, la percepción lineal del tiempo también está provocando grandes desequilibrios en las sociedades e individuos en los que impera.

Quizás el más importante de ellos sea la excesiva proyección en el futuro. Si las sociedades en las que impera la percepción cíclica del tiempo tienden a permanecer ancladas en un pasado idealizado, las sociedades en las que impera la percepción lineal del tiempo tienden a proyectarse hacia un futuro de promisión. Es el mito del Progreso. El Progreso secular que los líderes políticos, económicos y sociales actuales prometen a nuestras sociedades modernas no es más que una actualización del mito de la Tierra Prometida que Moisés profetizó al pueblo de Israel. ¿Cuándo llegaremos a esa Tierra Prometida? Si tardamos demasiado en llegar a ella, o si no llegamos nunca, el pueblo puede desesperarse y puede dedicarse a adorar becerros de oro. Esto es exactamente lo que nos está sucediendo en los tiempos presentes.

Otro vacío importante creado por una percepción lineal del tiempo concierne al «sentido» de la flecha. Es decir, al sentido, a la dirección de la vida. En las culturas determinadas por la percepción cíclica del tiempo, la reflexión sobre el sentido de la vida ni siquiera tiene lugar. Desde este punto de vista, el tiempo no tiene ninguna dirección. Simplemente es una repetición circular. La función de las nuevas generaciones se reduce a repetir ritualmente los comportamientos y valores establecidos por los antepasados en el pasado glorioso. No hay ningún más allá del círculo. El destino del ser humano es nacer, crecer, reproducirse, transmitir la tradición a sus sucesores y morir. Como las plantas o los animales.
Por el contrario, en la percepción lineal del tiempo el sentido de la flecha del tiempo surge con una intensidad dramática. El ser humano se ve confrontado con la responsabilidad de sus actos ya que sus actos presentes están creando un futuro nuevo. ¿Cuál y cómo debe ser ese futuro? He aquí al ser humano sólo ante su propia creatividad. ¿Qué sentido, adjudicarle al acto creador? ¿Qué dirección seguir? Si el tiempo es una línea ¿hacia dónde se dirige?

Otro efecto secundario de la percepción lineal del tiempo concierne a la aceleración progresiva de los ritmos vitales. Esta aceleración viene dada, por una parte, por el dinamismo que genera la liberación del pasado y, por otra, por la creciente ansiedad de alcanzar el futuro de promisión (la completa y absoluta realización del Progreso). Si en la percepción circular del tiempo, la meta de los individuos es la de ser idénticos a los felices ancestros del pasado, en la percepción lineal del tiempo la meta de los individuos es la de alcanzar lo antes posible el Futuro Feliz. Por ello, en los tiempos modernos, son muchos los que se dan mucha prisa por llegar lo antes posible al Progreso Futuro.

Se podría decir pues que si uno de los principales efectos secundarios de la percepción circular del tiempo es el excesivo apego al pasado, en la percepción lineal del tiempo es la ansiedad por el futuro. La ansiedad, cuya base es un deseo insatisfecho, acelera los ritmos y los tiempos.

Y otro de los principales desequilibrios generados por la percepción lineal del tiempo, quizá uno de los más cruciales desde mi punto de vista, y su correspondientes aceleración lo constituye el profundo abismo que crea entre el pasado y el futuro. En efecto, liberados del pasado lo único que les corresponde hacer a los individuos y sociedades es lanzarse de bruces hacia el futuro, olvidando la famosa frase que dice: «Quien no conozca el pasado está condenado a repetirlo». Este hecho lo observamos, por ejemplo, en el profundo abismo generacional de nuestro tiempo. Desde este punto de vista el tiempo avanza hacia el futuro tan rápidamente que las nuevas generaciones creen no tener nada que aprender de las anteriores. El pasado no importa. Sólo importa el futuro. Por otra parte, debido a la aceleración real de los procesos, es cierto que en muchas ocasiones los padres son incapaces de orientar convenientemente a sus hijos ya que desconocen completamente el mundo y los valores en los que se mueven sus cachorros. Cada generación es un mundo nuevo. Los conocimientos, la tecnología, los hábitos sociales, las modas, los valores y pautas de comportamiento están transformándose a una velocidad tal que dos generaciones actuales que comparten el mismo tiempo de vida se hayan más distanciadas entre sí que la generación del Pitecántropos Erectus de la Homo Sapiens.
Si las culturas tradicionales ponen el énfasis en sus ancianos, porque representan todo su pasado, la culturas post-modernas ponen el énfasis en sus niños y adolescentes, porque ellos son su futuro.
El problema estriba en que en estos tiempos presentes la comunicación entre los ancianos y los adolescentes se reduce cada vez más drásticamente y la transmisión natural de una generación a otra, de persona a persona, de ser a ser, se empobrece en la misma medida.
¿Podemos experimentar el tiempo de alguna otra manera?
 
Fluyendo en el presente eterno. 
 
Podemos. Pero tenemos que estar dispuestos a transformar nuestra percepción del tiempo y de nosotros mismos y dispuestos a aceptar las repercusiones sociales, culturales, políticas y económicas a las que dará lugar dicha transformación.

La transformación de la percepción que tenemos de nosotros mismos y del tiempo no puede suceder meramente a nivel intelectual o ideológico, sino que supone una profunda transformación de nuestro ser. Esto es, se trata de una transformación espiritual en el núcleo de nuestro ser.

Esta transformación supone una experiencia cognitiva y espiritual, una especie de iluminación o despertar. Desde hace mucho tiempo, muchos seres humanos han experimentado la verdadera naturaleza del tiempo. Se les llama sabios u seres de conocimiento. Ellos nos han legado un conocimientos específicos y métodos concretos para penetrar en la naturaleza del tiempo. Existen muchas tradiciones de sabiduría. Personalmente, la que mejor conozco es la tradición budista zen.

La meditación zen es un método excelente para fundir el pasado y el futuro en el instante presente. El Zen enseña la práctica y la filosofía del instante presente. Nuestra existencia es ahora. Vivimos ahora y aquí. La vivencia plena del presente nos libera de la carga pesada del pasado permitiéndonos una gran libertad de crear nuestra vida instante tras instante. Al mismo tiempo nos hace ver la futilidad de nuestras proyecciones sobre el futuro.
No obstante, la experiencia del aquí y ahora de la que nos hablan los maestros zen no puede ser concebida totalmente desligada del pasado ni del futuro. Ello sería un acto de irresponsabilidad extrema. Lo que el Zen viene a decirnos es que el momento presente, aunque no sea exactamente el pasado, es la cristalización actual de todos los acontecimientos pasados y, al mismo tiempo, constituye la semilla del futuro. El momento presente del Zen no es una estación intermedia en la línea ferroviaria que viene del pasado y que se dirige hacia el futuro. No es un instante de paso entre el pasado y el futuro. El momento presente es sencillamente el único que existe, el único que es real. Su realidad incluye, no excluye, todos los instantes pasados y todos los instantes futuros.
Usted, lector o lectora de este libro, comenzó su lectura en el instante presente, no en el pasado (nadie puede comenzar la lectura de un libro en el pasado). En este preciso momento usted sigue encontrándose en el instante presente y al concluir la lectura seguirá estando en el instante presente (nadie puede acabar la lectura de un libro en el futuro). Lo único que existe, instante tras instante, es el momento presente. Por lo cual, podemos decir que la vida fluye incesantemente de un instante a otro sin abandonar nunca el presente. Al experimentar de esta forma el tiempo evitamos las percepciones extremas del tiempo percibido como un círculo cerrado sobre sí mismo o percibido como una línea continuamente proyectada hacia el futuro.

El tiempo fluye y al mismo tiempo es siempre presente. Un presente eterno. Por ello, la mejor manera de experimentar el tiempo es fluyendo en el presente eterno.

Epílogo de Fluyendo en el presente eterno
Dokushô Villalba
Ediciones Miraguano

Fotos de Dokushô Villalba

martes, 23 de marzo de 2010

Einstein y la religión del futuro.



 La religión del futuro será una religión cósmica.
Deberá trascender al Dios personal y evitar el dogma y la teología. Tendrá que abarcar tanto lo natural como lo espiritual, y deberá estar basada en un sentido religioso que surja a partir de la experiencia de todas las cosas, naturales y espirituales, como una unidad significativa.
El budismo responde a esta descripción.
Si existe alguna religión que pueda satisfacer las necesidades científicas modernas, ésa es el budismo.

Albert Einstein

lunes, 22 de marzo de 2010

Entrevista a Dokushô Villalba en ABJ Radio



En este enlace podéis encontrar el podcast de la entrevista que me hizo Estela Millán y que se transmitió el sábado 20 por ABJ Radio.
Se puede oir y/o bajar. Dura dos horas y medias.

http://www.zshare.net/audio/73987420153426a2/

También se puede descargar directamente desde la web de ABJ Radio:

http://abjradio.webs.com/podcasts.htm

sábado, 20 de marzo de 2010

La Vía es amplia y generosa.





Durante zazen debemos integrar todas las percepciones, todas las sensaciones dentro de nosotros mismos. Esto quiere decir que debemos sentarnos en zazen con las cien mil existencias o los diez mil fenómenos. No penséis: «Esto es zazen, esto no es zazen». Zazen lo incluye todo. No debemos crear una mente estrecha y limitada, ni siquiera limitada al mundo del Buda o de zazen. Practicar un zazen ilimitado quiere decir sentarse sin miedo, como el que no tiene nada que ganar ni nada que perder. Si nos aferramos a los limites de nuestro mundo conocido nos veremos imposibilitados de ir más allá. Temeremos perder nuestro yo querido o bien nuestra querida personalidad labrada durante tantos años. Este miedo es inútil. Nuestra auténtica existencia escapa a cualquier definición. La vida que nos anima no puede ser catalogada ni por la edad cronológica, ni por el estrato social, ni por la inteligencia, ni por el karma.

No debemos pensar que seguir la Vía del Buda es como conducir un coche por una carretera estrecha y peligrosa, siempre con miedo a salirnos en una curva o a perder el rumbo. La Vía del Buda es ancha y generosa e incluye a todas las existencias. Todas las existencias con sus innumerables formas son la manifestación de la Vía del Buda.
La Vía del Buda no está ceñida al lugar presidido por una estatua de Buda, o a esta sala de meditación. No penséis que aquí hay Vía del Buda y en vuestra familia o en vuestro lugar de trabajo no hay Vía del Buda. La Vía del Buda existe por todas partes. Allí donde estén nuestros pies está la Vía del Buda. La sala de meditación es el lugar en el que nos hacemos maravillosamente conscientes de esto.

Zazen no es una práctica limitada por el espacio ni por el tiempo. No penséis que son nuestro cuerpo y nuestra mente los que hacen zazen. Zazen transciende nuestro cuerpo y nuestra mente. Zazen incluye y penetra todas los fenómenos de nuestra vida diaria; por eso zazen no está limitado a la postura sedente. Podemos y debemos continuar en zazen siempre, instante tras instante, hagamos lo que hagamos.

Cada día es diferente. El zazen de la mañana no es el zazen de la tarde. El zazen de ayer no es el zazen de hoy. Ni siquiera el zazen de ahora es el de hace un instante. Unas veces nos sentimos bien, otras nos sentimos mal; a veces no experimentamos dificultades, pero otras veces zazen se vuelve realmente complicado. ¿Cómo podemos saber si practicamos un buen zazen o no? ¿Qué es Zazen?

No debemos identificar zazen con lo que sentimos, sea lo que sea. Zazen es lo que nos permite darnos cuenta de lo que sentimos. Por eso, el buen zazen es independiente de la facilidad o de la dificultad que encontramos cuando lo practicamos. Zazen no tiene nada que ver con el bienestar o malestar que podemos experimentar. A veces pensamos que hemos tenido un buen zazen porque nos sentimos bien, seguros de nosotros mismos, satisfechos. Entonces nos decimos: «¡Ah, qué buen zazen!»  Otras veces nos sentimos mal, muy mal, con la mente inquieta o atormentada, el cuerpo dolorido y nos decimos: «¡Puf, qué zazen tan malo he tenido!». Pero zazen no tiene nada que ver con estas sensaciones o con estos estados.

Zazen significa clavar las rodillas en suelo, clavar la nuca en el cielo, estirar plenamente la columna vertebral, posar la mano derecha sobre la mano izquierda, mantener los dedos pulgares en una posición horizontal, inmovilizar la mente y el cuerpo y abandonar la mente y el cuerpo.

No importa cuán fácil o difícil, agradable o desagradable nos parezca. Ese no es el problema. Cuando, desde el comienzo al final de zazen, mantenemos la columna derecha, los dedos pulgares tocándose débilmente y en posición horizontal, la nuca clavada en el cielo y las rodillas clavadas en el suelo y abandonamos completamente el cuerpo y la mente, cuando llegamos al final de zazen con la columna completamente derecha y el cuerpo inmóvil, entonces hemos practicado realmente zazen.

Durante zazen aparecen muchos pensamientos, sensaciones, emociones, etc, pero no confundáis las nubes que flotan y pasan por el vasto cielo con el vasto cielo en sí mismo. A veces llueve, a veces hay hermosas nubes blancas parecidas a corderitos, y otras veces son grises y amenazantes  o el cielo está totalmente azul y despejado. Zazen es la bóveda celeste que incluye todas estas alteraciones.

No digáis pues que habéis hecho un buen zazen cuando habéis tenido sensaciones agradables, o que habéis experimentado un mal zazen cuando habéis sentido malestar y dolor. Un buen zazen es aquel en el que, aunque experimentéis sensaciones agradables, no os apegáis a ellas; aquel en el que aunque experimentéis sensaciones desagradables no generáis rechazo hacia ellas. Un buen zazen es aquel en el que la conciencia brilla libremente con lucidez y vigilancia.

La Vía del Zen no puede ser alcanzada por el conocimiento intelectual. Tampoco puede ser realizada gracias a la intermediación divina. La Vía del Zen es sentir. Despertarse significa sentir. Sentir es una experiencia que concierne a la totalidad de nosotros mismos. ¿Cómo alcanzar el sentir de un Buda? A través de zazen. Zazen es el sentir de un Buda.
La práctica regular de zazen nos enseña a sentir y a tomar conciencia de lo que sentimos. Podríamos decir «sentirnos», pero basta con decir «sentir», ya que entre nosotros mismos y el mundo considerado exterior, no hay ninguna diferencia.

Sentir realmente significa sentir como siente Buda: yo y los demás estamos fundidos en un solo sentir. Por ejemplo sentimos calor. Este calor no depende exclusivamente de nuestro cuerpo. Depende también de la atmósfera. Por eso cuando nos despertamos, nos damos cuenta de que no soy yo quien siente calor, sino que cuando el yo siente calor todo el cosmos es calor.

Cuando digo sentir no me refiero únicamente a la actividad sensorial, a las sensaciones. Me refiero sobre todo a la capacidad de ser conscientes de lo que sentimos. Si alguien entrara ahora en la sala de meditación y nos viera así, desde fuera, sentados en zazen, podría pensar que nos hemos convertido en rocas insensibles, en seres inanimados. Pero cuando se tiene la experiencia subjetiva de zazen se comprende hasta qué punto se despierta la sensibilidad y la conciencia clara de lo que somos y sentimos. Cuando nos sentamos en zazen nos volvemos conscientes de sonidos que en la vida cotidiana pasan desapercibidos.
Durante zazen, las puertas de la percepción se abren de par en par. Zazen es esto: percibir la percepción, sentir lo que se siente, ser conscientes de lo que percibimos. Nuestra sensibilidad se vuelve consciente. Lo sensible se vuelve consciencia de lo sensible. La consciencia es vida, es existencia. Aquello de lo que no se es consciente no existe.
Zazen es como entrar en el ataúd. Es la muerte del ego, la muerte de nuestra visión ilusoria del mundo y el despertar a una existencia ilimitada, a un sentir inmenso, infinito.

Por eso durante zazen no es necesario huir a ningún lugar ni anhelar estar en otro sitio. Zazen es simplemente sentir y ser consciente de lo que se siente, sea lo que sea. Si aparece el dolor, sentimos dolor y nos volvemos conscientes del dolor. Si aparece el rechazo del dolor, sentimos el rechazo del dolor y nos volvemos conscientes del rechazo al dolor. Si aparece el sueño, el apego o la cólera, sentimos el apego el sueño y la cólera y tomamos consciencia del sueño, del apego o de la cólera.

Es inútil querer encerrar la propia conciencia en categorías estrechas y decir «yo soy esto o aquello». Si actuamos de este modo, cuando surja dentro de nosotros mismos algo que no cuadre con la imagen que tenemos de nosotros mismos, aparecerá el conflicto, la lucha interna. Sin embargo, si no hay ninguna imagen, ningún modelo a priori de nosotros mismos, ni de nada, sea lo que sea, entonces es posible sentir cada cosa plenamente, es posible aceptar todas las experiencias que aparecen en nuestro campo de conciencia.

Por ejemplo, si tenemos una imagen de nosotros mismo del tipo «yo soy una buena persona» y un buen día surge en nosotros un impulso de hacer algo malo, el conflicto está servido. O bien, si tenemos una imagen de nosotros mismos del tipo: «yo soy un depravado» y un buen día surge en nosotros el impulso de realizar una buena acción noble, el conflicto está servido.

Eso que llamamos yo o ego no es más que un cúmulo de automatismos, una imagen estereotipada de nosotros mismos. Durante zazen podemos sentirnos más allá de cualquier imagen.

del libro Fluyendo en el presente eterno
Dokushô Villalba
Ediciones Miraguano, Madrid.

jueves, 18 de marzo de 2010

Entrevista por radio on line

El próximo sábado 20 de Marzo, a las 22:00 h. un programa de de radio de tres horas dedicado al maestro zen Dokusho Villalba en ABJ RADIO.
Entrevista al maestro de Estela Millán, lectura de alguno de sus poemas y música de su entorno.
Para sintonizar ir a www.abjradio.webs.com

miércoles, 17 de marzo de 2010

Nuevo libro: KÔMYÔ, Clara Luz

Kômyô,  Clara Luz, es uno de los capítulos más desconocidos del Shôbôgenzô, la Preciosa Visión del Dharma Verdadero, obra magna del maestro zen japonés Eihei Dôgen. La enseñanza contenida en él fue impartida por Dôgen a la pequeña comunidad monástica del templo Kosho Horin-ji, fundado por él en Uji, Kyôto, en el 1233 antes de que  se trasladara a la provincia de Echizen, actual Fukui, para fundar Eiheiji. Esta enseñanza fue transmitida a los monjes el 2 de junio de 1243, durante el retiro intensivo de verano, un día en el que la lluvia caía suavemente de los aleros del templo, como escribe el mismo Dôgen al final del texto. El término Kômyô está formado por dos kanjis: el kanji se traduce como “luz”; el kanji myô como “clara o maravillosa”. Clara Luz se refiere a la experiencia de la iluminación o despertar en el que la verdadera naturaleza de todo lo existente se manifiesta en su claridad esencial.

La traducción y los comentarios del maestro zen Dokushô Villalba recuperan este texto tan desconocido haciéndolo accesible al lector contemporáneo.

Kômyô, Clara Luz, ha sido publicado por Ediciones Miraguano a mediados de junio del 2010. Disponible en las principales librerías, en los centros de la CBSZ, en la página web de la editorial y en los principales librerías on-line.


KÔMYÔ
“Clara Luz”
 
(extracto)

El gran Maestro Chôsa Shôken de de la provincia de Konan que vivió durante la dinastía Song, dijo una vez a sus discípulos:

“El universo entero que se extiende en las diez direcciones 
no es más que el Ojo de este monje.
El universo entero que se extiende en las diez direcciones 
no es más que la palabra cotidiana de este monje.
El universo entero que se extiende en las diez direcciones 
no es más que el cuerpo de este monje.
El universo entero que se extiende en las diez direcciones 
no es más que la Clara Luz del Sí Mismo.
El universo entero que se extiende en las diez direcciones 
permanece en el seno de la Clara Luz del Sí Mismo.
En el universo entero que se extiende en las diez direcciones 
no hay ni un solo ser humano que no sea el Sí Mismo”.

Estudiad siempre con aplicación la Vía del Buda. No os relajéis con el tiempo ni os alejéis de ella. Son muy pocos los seguidores de la Vía que han obtenido la Clara Luz de la Iluminación.


Esta enseñanza fue transmitida a los monjes la tarde del 2 de junio de 1243, en Kannon-dori, Koshohorinji durante la estación de lluvias mientras la lluvia caía de los aleros.  

miércoles, 10 de marzo de 2010

Inauguración de la exposición "El Teatro Noh y la Estética Zen"




En la Fundacion Pons (C/ Serrano 138; 28006 Madrid)
Lunes, 15 de marzo a las 19:30 horas.

Se exhiben vestimentas y máscaras de teatro Noh, pinturas de Ukiyo-e sobre el teatro Noh, utensilios de la ceremonia de té y suiseki.
Para ésta inaugiración está prevista la presencia del Embajador del Japón en España,
Sr. Fumiaki Takahashi.

Esta exposición es una de las actividades previas a las representaciones de Teatro Noh, el teatro mas antiguo en la historia de las artes escénicas japonesas, que la Embajada de Japón y la Fundación Japón organizan con motivo de la próxima apertura oficial del Centro Cultural de la Fundación Japón en Madrid.
Las representaciones tendrán lugar los días 14, 15 y 16 del próximo mes de abril.

EMBAJADA DEL JAPÓN EN ESPAÑA
Sección Cultural y Prensa
C/ Serrano, 109
28006 - Madrid
SPAIN

Tel. (+34) 91 590 7612
Fax. (+34) 91 590 1336
e-mail: embjapon@tocco.es

jueves, 4 de marzo de 2010

Cantos Zen en Córdoba


El martes 30 marzo el grupo SAMAYA 
formado por monjes y laicos de la Comunidad Budista Soto Zen 
hará su debut en Córdoba, 
dentro del ciclo COSMOPOETICA 
organizado por el Ayuntamiento de Córdoba,  entre otras instituciones.
Los Cantos Zen interpretados por el grupo SAMAYA tendrán lugar 
en el Palacio de Orive, 
Sala Orive, 
Plaza de Orive, nº 2.
Córdoba
Hora: 20.30
Entrada libre hasta completar aforo.


Más información:
Tel. 957 485 001.
Fax 957 497 888.